Los Mascachapas: Monte Perdido

Fin de semana en Nerin, un pueblo más perdido que el propio monte que vamos a subir. Llegamos a Nerín desde Sagunto, haciendo noche en el hotel Palazio. A la mañana siguiente un autobús nos sube hasta los dos mil metros de altitud, en la sierra de las Cutas, punto de inicio de la ruta.

Un tranquilo paseo por la parte alta de Ordesa, con buenas vistas sobre el valle, nos aproxima hasta el refugio de Goriz. En apenas hora y media estamos en el refugio. El tío Lisardo me engaña y me hace subir por las escaleras, para ello, cogemos el tradicional camino hacia el pico. El punto en que nos desviamos de la ruta típica es al encontrarnos los primeros muros de roca a nuestra derecha, subimos por un corredor del mismo estilo que la escupidera pero mucho más corto. Este desvío nos deja en la base de la ascensión conocida como las escaleras. Iremos por terreno descompuesto librando varios resaltes con algún paso de escalada de grado II, no expuesto. Con tranquilidad vamos ganando altura hasta llegar a La punta de las Escaleras, es lo bueno de esta ruta culminas dos tres miles con el mismo esfuerzo.

Estamos a 3027m, una cresta amplia culminada por La punta de las Escaleras, descendiéndola por el lado opuesto continuamos nuestra progresión hacia el objetivo.

Si no recuerdo mal un par de corredores delicados, pero accesibles nos llevan hasta la cumbre más emblemática del Macizo.

Disfrutamos de las vistas junto a un gran número de montañeros que han ascendido por la escupidera. Tomamos algo para recuperar fuerzas y habiendo inmortalizado el momento, comenzamos el descenso. Una pedrera con mucha inclinación, fabulosa para bajarla, nos lleva hasta el lago helado a 3000m. Junto a sus frías aguas está el collado del cilindro que da paso al glaciar de Monte Perdido, pero eso es otra historia, continuamos descenso hacia el refugio pasando por unas cadenas que ayudan a cruzar un paso un poco delicado. Un desolador campo de moles de roca da paso al desvío que cogimos al subir para ir por las escaleras. De nuevo en el refugio descansamos y comemos algo para recuperar fuerzas. Nos agrupamos unas cuantas personas de las que subimos en el autobús y salimos en dirección a él, pasando bajo la Punta Custodia. Ya en el autobús solo queda bajar hasta Nerín, cómodamente sentado en nuestra butaca disfrutando de una puesta de sol espectacular que nos brindan estas montañas en nuestra despedida.